martes, 2 de noviembre de 2010

Concepción, un caracol en busca de la verdad


Charlotte se aburre como una ostra en la sala de ordenadores de Atzavares, después de haber presenciado y participado en diversos tipos de entretenimiento periodístico: Véanse partidas de brisca y carreras de caracoles (a las que las limpiadoras son particularmente fanáticas). Las carreras son fáciles de seguir y de entender: Se colocan varios caracoles (según el tiempo habrán más o menos) en fila, después de haber dibujado una meta y fijado un lugar de salida imaginarios. Cada caracol tendrá un nombre, de lo contrario la participación de éste resultará imposible, ya que no podrá responder a los vítores y ánimos varios procedentes de las limpiadoras forofas o los estudiantes allí reunidos. Así es como tenemos a Paco, Isidra, Mariana y Beatriz luchando arduamente por la victoria (un honor siempre recompensado con la libertad absoluta y el secreto de la segunda planta de Atzavares). Hay que tener en cuenta y estar atentos, porque los respectivos caracoles cambiarán de sexo según se muevan más o menos (una distancia de dos dedos respecto a los contrarios). Así es como Paco pasará a ser Paca, Isidra será Isidro, Mariana será Mariano y Beatriz, como es lógico, pasará a llamarse Concepción en caso de adelantamiento.


Este famoso deporte se empezó a poner en práctica debido a la necesidad de los estudiantes a saber cuál eran sus calificaciones de Lengua de primero, así como recuperar los trabajos entregados para asignaturas como Análisis o Historia, que una vez entregados son despedidos siempre con las lágrimas de los padres que despiden a sus hijos antes de ir a la guerra y ser acribillados a balazos de tinta roja, bajo la incomprensión de un profesorado empeñado en hundir la imaginación y creatividad del estudiante. Esta es sin duda la razón por la que la que los trabajos nunca son entregados a su hora, o, en su defecto, en el tiempo justo: Hay que aprovechar el tiempo para estar y aprender un poco más de los seres queridos.

Las limpiadoras por su parte siempre aprovechan para pedirle al caracol ganador que se dedique a la búsqueda de los crucigramas robados de la cafetería o las cucharillas (realmente inútiles palitos de plástico) para el café de media mañana. Tan sólo las chicas Extra Ordinarias saben que los crucigramas realmente son robados por Charlotte, que sufre de una aguda cleptomanía hacia ellos... De las cucharillas nada se sabe.

Es así como esta mañana, entre cafés y humo, Charlotte mandó a Concepción que pasó a ser Beatriz para convertirse en Bea y de nuevo en Concepción llegada a la meta, a investigar acerca de los trabajos de Análisis, el verdadero paradero de Miguel Hernández, los puntos robados en las prácticas de CIE (pobre profesora, se ha quedado sin puntos que repartir) y demás artículos y objetos importantes para mantener la soberanía de las CEO.


¿Logrará Beatriz, que a su vez se hace llamar Bea cuando en realidad se llama Concepción desentrañar el misterio?

No hay comentarios:

Publicar un comentario